jueves, 9 de enero de 2014

Y SIGO CON LA TERMOGÉNESIS

   La lipolisis es el paso previo para favorecer la pérdida del tejido adiposo, pero si únicamente se expresara esta condición estaríamos hablando, tal vez, de la resistencia a la insulina la cual favorece, como ya sabemos, la lipolisis descontrola del tejido adiposo al no poder ejercer esta hormona correctamente su función. Esta liberación masiva de ácidos grasos desde el tejido adiposo acaba dando lugar a la resistencia a la insulina en el tejidos muscular y hepático, característico de un estado prediabético.



  ¿Podría haber alguna pequeña similitud entre una dieta cetogénica y la resistencia a la insulina (en el tejido adiposo)?, bueno, tal vez, la diferencia entre ambas radica principalmente en que una persona que realiza voluntariamente una dieta alta en grasas (moderada en calorías)debería tener una mayor facultad de poder oxidar esos ácidos grasos en las mitocondrias (dado el carácter voluntario), de ahí también que una persona diabética o resistente a la insulina deba obligatoriamente ejercitarse, de este modo evita los daños colaterales que los ácidos grasos pueden inducir al acumularse como intermediarios lipídicos (ceramidas o diacilgliceroles) perturbando la adecuada translocación de los transportadores GLUT-4 (músculo)haciendo aumentar su glucosa sanguínea. Significa que, para evitar los efectos perniciosos de los ácidos grasos liberados del tejido adiposo, estos deben oxidarse completamente en las mitocondrias, lo que requiere que con carácter previo nuestras fibras rojas estén enriquecidas de estas centrales eléctricas, y posteriormente se realicen deportes de moderada intensidad, complementado, tal vez, con algún tipo de HIT que optimice la oxidación de los ácidos grasos. Pero si realmente queremos exprimir el máximo potencial oxidativo del que disponemos no podemos olvidar el uso de la termogénesis inducida por el frío, no voy a extenderme más sobre ello, pues con los últimos post creo que ha quedado patente su importancia en el hombre. Creo sinceramente que esta era la pieza que nos faltaba para que todo encajara perfectamente. Al fin y al cabo nuestra genética fue calibrada hace unos cuantos cientos de miles de años, y operaba de un modo muy distinto a lo que sucede en la actualidad. El ser humano, por aquel entonces, se debía a unos patrones o ritmos naturales que han sido pulverizados por nuestra sociedad de la opulencia. Ni el ritmo luz-oscuridad ni el del frío-calor operan con regularidad en nuestra vida. El exceso de calefacción, ropa de abrigo, de comida, de todo..., se contrapone tenazmente a un entorno de ciclos naturales, donde la opulencia era breve, y el frío en determinados momentos, intenso. Nuestra vida sedentaria y nuestra grasa parda reducida a la mínima expresión, han disminuido enormemente nuestra capacidad oxidativa. Ahora solo obedece la acumulación, no es de extrañar que la obesidad se haya convertido en una auténtica pandemia a nivel mundial, y con ella, una serie de trastornos relacionados con el metabolismo, hayan escaldado en el ranking de enfermedades propias de la modernidad. Revertir esta situación pasa por recuperar aquellos viejos patrones o ciclos naturales, reduciendo ligeramente la ingesta de alimentos en determinados momentos, moviéndonos con frecuencia, y estando en contacto directo con nuestro entorno, experimentando el frío en las estaciones que corresponde y el calor en las opuestas, de este modo todo volverá a encajar perfectamente como un puzzle que dispone ya de todas las fichas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario