viernes, 29 de noviembre de 2013

LO ÚLTIMO EN DIETAS DE MODA??

     Las personas, en su afán de lograr una pérdida de peso, suelen emplear mil y una dieta; cualquier noticia o comentario favorable en relación a una de ellas, por parte de una amiga/o o conocido/a, es argumento más que suficiente como plantearnos seguirla de manera vehemente. Pero dentro del proceloso mundo de las dietas, no todas pueden ser tan inocuas como pudiera parecer. Efectivamente, habrá dietas extremadamente bajas en calorías, otras centradas en la supremacía de un macronutriente sobre el resto, otras que sea a base de zumos, otras en las que se consuma un alimento concreto y también las habrá en las que simplemente no se coma prácticamente nada. Pero cualquiera de ellas puede tener más o menos efectos nocivos sobre nuestra salud.



    ¿Por qué no se ha encontrado la dieta perfecta?, simplemente porque no existe, de hecho si pudiésemos viajar al paleolítico descubriríamos diferencias notables entre diversas poblaciones en función, precisamente, del entorno en el que habitaron. Pero en la actualidad, ¿cuál es nuestro entorno?, es imposible determinar, simplemente no lo sabemos, pero eso no quiere decir que no podamos hacer algo para tratar de alimentarnos adecuadamente. Primeramente, hemos de pensar en nuestras raíces ancestrales; no es lo mismo vivir en el norte de Europa que vivir en algún país de Sudamérica. Si nuestras raíces se mantuvieron intactas generación tras generación, quizás tengamos la posibilidad de saber cual fue ese entorno ancestral que determinó nuestra dieta. Pero es cierto..., hoy en día vivimos en un mundo global, donde se hace casi imposible determinar exactamente la procedencia original de cada uno; y cada vez se volverá más difícil de determinar. Es por ello que no nos queda más remedio que experimentar con alimentos que sean NATURALES, para poder establecer de manera individual, como funcionamos mejor, si con una dieta alta en hidratos de carbono, y moderada en proteínas y grasas, o por contra, alta en proteínas y grasas y baja en hidratos. Mi percepción es que la gran mayoría funciona bastante bien en estas últimas dietas, aunque seguramente esta consideración sería diferente si viviese en algún país de Sudamérica o tal vez de Asia.

    Pero, ¿cómo podemos determinar cuál es nuestra mejor dieta?, bueno esto requiere de buenas dosis de objetividad, pero en definitiva, la dieta adecuada debe procurarnos lo siguiente:
  • Niveles elevados de energía.
  • Bastantes horas sin percibir la sensación de hambre.
  • Estabilidad en el peso corporal
  • Sueño profundo y reparador al llegar la noche
  • Resistencia a la hora de contraer determinadas enfermedades de tipo infeccioso.
  • Actitud positiva y vitalista.
   Si nos sentimos de otro modo es que el combustible con el que estamos funcionando no es el adecuado, y esto puede obedecer no ya a una inadecuada proporción de macronutrientes, sino a el consumo de alimentos desnaturalizados, pobres en micronutrientes y cargados toxinas y sustancias extrañas.

   Pero determinar exactamente qué dieta nos viene bien, se vuelve bastante complicado sino se realiza una actividad física, pues ella, en realidad, acrecienta las sensaciones que los alimentos van a producir en nuestro organismo, de tal forma, que percibir cualquiera de las siguientes, nos debería hacer pensar que las cosas no están marchando del todo bien:
  • Cansancio prematuro.
  • Falta de recuperación entre jornada y jornada.
  • Evolución pobre o inexistente en nuestras capacidades.
  • Dolores articulares.
  • Lesiones recurrentes, etc, etc.
  • Sueño superficial y poco reparador
  • Apatía, desgana, desmotivación.
   Aunque muchas podrían deberse a una falta de planificación o una técnica deficiente, el que aparezcan, evidencia un problema que podría ser explicada simplemente por una alimentación carente de los nutrientes necesarios. Esto es algo que he podido comprobar por mí mismo. Durante los meses en lo que doble y tripliqué el entrenamiento habitual que realizaba, no sólo no percibí los síntomas mencionados, sino que día tras día evolucionaba positivamente y eso que no descansé ni un solo día. Pero es cierto mi dieta paleolítica me aportaba todos los nutrientes necesarios. El sobreentrenamiento, en personas normales, (no hablo de atletas de élite) podría ser explicado, en un gran porcentaje de los casos, por una pobre alimentación, baja en calorías y/o nutrientes.

   Volviendo al mundo de las dietas, creo que sin la suficiente objetividad por nuestra parte, seguramente seamos fácilmente manipulables y caigamos en una de esas dietas de moda que suelen prometer una rápida pérdida de peso; y si además no realizamos ninguna actividad física, esto ocurrirá, con mucha mayor seguridad. 

  Pero yo veo un gran problema que se va retroalimentando por cada una de esas dietas que realizamos de ida y vuelta..., no sólo nuestro organismo acaba resintiéndose, sino que nos hacemos cada vez más vulnerables a determinadas actitudes o comportamientos, que evidencian un desequilibrio emocional importante. Al final, esas dietas de moda que nunca funcionan pero que sí nos perjudican, física y psíquicamente, nos abocan a un estado de constante frustración que en muchos casos raya en la desesperación. En tal situación es fácil dar una vuelta de rosca más a esa infatigable búsqueda de nuestro "ideal", para llegar a un extremo peligroso con el que intentar corregir nuestros excesos, porque ya no existirá un pensamiento positivo, la impotencia y la desilusión se habrán adueñado completamente de nosotros y conducidos de su mano nos llevarán a probar lo último en dietas de moda: la "no dieta", aquella en la que simplemente nos negamos a comer, o aquella otra, "la del todo o nada", en la que se vomita la culpabilidad que nos produce el exceso y nos devuelve la redención del estómago vacío. Esta es la parada final, donde muchos/as llegan después de realizar mil y una dieta que progresivamente nos fueron arrebatando la vitalidad, el entusiasmo, y tal vez las ganas de vivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario