martes, 9 de octubre de 2012

BIENVENIDO EL AYUNO INTERMITENTE



    En esta tercera entrada hablaré de como realizar el ayuno para que pueda considerarse efectivo, y hasta donde sería lógico llevarlo.
 
   Primeramente, hay que considerar que el estado natural del ser humano no es estar comiendo constantemente, al no ser que estemos hablando del momento actual donde es posible obtener comida hasta debajo de las piedras. Supongo que si al hombre del paleolítico se le diese alimentación ad-libitum, todo el proceso evolutivo se habría detenido de golpe. Porqué cazar, si se dispone de todo el alimento al alcance de la mano sin necesidad de esforzarse; porqué comer una sola vez al día o ninguna si se dispone de alimento y se tiene hambre; porqué perfeccionar las herramientas o desplegar nuevas tácticas para cazar, si los animales no corren libremente por el campo sino que están envasados y colocados en estanterías.

   Con todo esto lo que quiero poner patente, es que el motor de arranque de todo este proceso comienza con la sensación del hambre. Sin ella no tiene sentido buscar alimento. No es lógico pensar que el ser humano fuese a cazar para comerse la presa al día siguiente o a los dos días, lo primero porque no disponía de frigorífico para conservar los alimentos y lo segundo, es que tendrían que estar peleándose con animales carroñeros para evitar que en algún descuido se quedasen "a dos velas".

  Vemos pues, que el hambre no es una sensación nefasta y peligrosa que deba ser erradicada como si de una enfermedad se tratase, sino un proceso natural que ha acompañado al ser humano en toda su evolución. Y en realidad es el auténtico motor de arranque que nos condujo a través de la senda del tiempo a ser unos seres completamente capacitados para sobrevivir en entornos que en determinados momentos podían  llegar a ser muy hostiles.

  Pero en realidad, ¿la sensación del hambre, puede resultar un estado fisiológico pernicioso?. Si así fuese, yo creo que el ser humano se habría extinguido hace unos cuantos cientos de miles de años; pero no, el ser humano no desapareció, sino que se fue adaptando a una serie de circunstancias complicadas que junto a una serie de mutaciones por parte de algunos seres humanos y su posterior transmisión a generaciones posteriores, catapultó a la raza humana a cotas inalcanzables por el resto de animales.

   Hoy en día, en cambio, todo lo acontecido durante miles de años no tiene sentido, el estado de la opulencia en el que vivimos esta dinamitando de un plumazo nuestra evolución, ya las mutaciones no mejoraran al ser humano porque, aunque con tiempo fuésemos adaptando a comer cereales por ejemplo, esa mutación no seria eficazmente transmitida a otros seres puesto que no supondría una ventaja, al haber quedado roto el proceso de selección natural, teniendo las mismas ventajas los seres con mutaciones que los que carecen de ella. De este modo, si el camino de la evolución está cortado solo queda el de la involución.

   Pero nosotros podemos hacer algo más que contentarnos con tener algún tipo de dolencia o enfermedad degenerativa tan corriente en nuestros días, y es volver a ese estado previo que todavía nuestros genes conservan. Para ello disponemos del AYUNO como la herramienta más importante para devolvernos ese equilibrio perdido.

  La vorágine actual es como un remolino que todo engulle a su paso, anula nuestra capacidad de razonar y doblega nuestra voluntad. El mundo se presenta como un paraje gris y hostil, donde de forma deshumanizada, se altera nuestra conciencia de la realidad. Todo parecer surgir como en un sueño de bordes desdibujados, en el que nuestro pensamiento enfoca como en una visión de túnel, y donde la realidad queda reducida al camino que los demás nos señalan. La libertad del ser queda reducida a la vacuidad de un mundo donde las ideas se cambian por conceptos que lo único que pretenden es adoctrinar en su ideología. 
  
   En un mundo donde lo razonable se vuelve ilógico, donde lo complejo solo sirve para enmascarar los intereses ocultos que dimanan de unos pocos, donde los valores se instrumentan al servicio de la hipocresía, queda poco espacio para la reflexión pura. Sustraerse de esta atmósfera que condiciona nuestro intelecto debe ser nuestro primer objetivo. La raigambre es nuestro mayor enemigo porque apisona nuestro pensamiento e impiden buscar las alternativas cuando surge un callejón sin salida.

  Cuando en el mundo se asientan firmemente dogmas que sacrifican nuestra libertad, la única salida que nos queda es el sentido común.

  Ahora bien, cuando llegamos a un punto donde parece incuestionable  que una vida saludable debe seguir una serie de pauta, como por ejemplo:
 
    -Comer 5 ó 6 veces al día para mantener los niveles de glucosa en sangre.
    -El desayuno es la comida más importante del día.
    -Los cereales debe de formar la mayor parte de la dieta.
    -Las grasas animales son perniciosas y hay que limitar su consumo, en cambio hay que favorecer el consumo de los aceites vegetales por ser cardio-saludables.
    -Hay que comer un mínimo de 5 raciones de fruta diaria.
    -Hay que beber por lo menos dos litros de agua al día.
    -Hay que entrenar después de una buena comida con dos horas de antelación
    -El ejercicio aeróbico es la mejor forma de perder grasa.etc, etc, etc.

    Suponemos que existirán muchos más tópicos, pero no nos equivoquemos cada una de las pautas expresadas anteriormente está firmemente avalada por una serie de "estudios científicos" que los hace inquebrantables. Es más, cualquier médico, nutricionista, dietista, los estudiará tal cual, como certezas absolutas de las que nada ya hay que demostrar, y por si fuera poco, la estadística en la cual dichos estudios se apoyan, los blindan como irrefutables. Ante este panorama parece que resulta cuanto menos poco juicioso pretender arremeter contra esta sabiduría "inquebrantable" que parece querer inundarlo todo. Pero hay algo que todos estos estudios parecen olvidar y obviar: nuestro pasado, nuestra evolución, nuestros genes, pues ellos codifican con otras ideas que poco o nada tienen que ver con estos imperativos que sitúan al ser humano alejado de su orígenes naturales.

  Tenemos otro camino que poco tiene que ver con el que dócilmente pretenden que tomemos; y que casualidad, es el diametralmente opuesto.

  Si nos atenemos a nuestra evolución, es fácilmente comprensible, que el ser humano no se pasaba el día comiendo, sino todo lo contrario, pasaba muchas, pero que muchas horas sin comer, y cuando lo hacían era ad-líbitum, no realizaban 6 pequeñas comidas como mandan los patrones actuales; si había suerte podían comer una o dos veces al día, y si no, se quedaban sin comer,así de sencillo. Y ésta es la forma que ha configurado nuestra existencia por milenios. Pero ahora ya no es así, el hombre moderno y sofisticado se guía por otros patrones más científicos, ahora lo importante es mantener los nivel de azúcar sin fluctuaciones, para ello es necesario realizar pequeñas comidas a lo largo del día. Es lógico, el hombre actual poco tiene que ver con ese ser, medio simiesco, que vivía en cuevas o cabañas de paja. Hoy en día las exigencias son mucho mayores que las de antes. El trabajo, la familia, los niños, el trafico, la polución, el estrés, la televisión,  Internet, etc, son un ejemplo que deja patente que el hombre de hoy en día, es un ser más complejo y que requiere otro tipo de nutrientes y otra forma de alimentarse. Pero tranquilos,  no estamos solos,  la ciencia viene a nuestro rescate dictando los nuevos patrones alimenticios, que conseguirán que superemos con solvencia todas las disyuntivas actuales.

   ¿Pero realmente, ésto es así?. Creo que con solo mirar a nuestro alrededor la pregunta se contesta. Algo está fallando. El ser humano está haciendo agua por todos los lados. ¿No nos damos cuenta?. El problema es que nos estamos acostumbrando a convivir con la enfermedad: Alergias, Diabetes, Cáncer, Enfermedades Autoinmunes, Alzheimer, Parkinson, y un largo etc, que no deja de crecer, parecen haberse instalado con comodidad en nuestra sociedad, y la resignación nuestra única respuesta. Pero ¿y la Ciencia, no había venido a nuestro rescate?, sí, para hacernos crónicos (con suerte). Nos convertimos en un nuevo eslabón en la escala evolutiva:"El enfermo crónico", eso sí, estamos por encima de ese ser primitivo e ignorante que era el hombre del paleolítico. (JA, JA)

   Y dicho esto, y volviendo al tema del Ayuno, la mejor forma de comenzar, es juntando comidas en un período de tiempo muy determinado. Por ejemplo, si nuestra última comida finaliza a las 22:00 horas, vamos a intentar dejar las máximas horas posibles hasta la siguiente. Es decir, si el desayuno,  lo realizábamos habitualmente a las 08:00 horas, vamos, de forma progresiva, a retrasarlo un poco, así  a las 9, a las 10, a las 11, hasta llegar a un período mínimo de 19 o 20 horas de ayuno, lo que nos daría unas pocas horas  para realizar nuestra ingesta de alimentos, que podría ser, en una comida o varías, pero en esa ventana de 4 ó 5 horas restantes. Y si no tenemos hambre, pues no pasa nada, no comemos hasta el día siguiente..., sin problemas, no nos vamos a morir por ello,  todo lo contrario, es un período (el del ayuno), que el cuerpo va a utilizar principalmente, para movilizar nuestras grasas acumuladas.Vamos a dejar de hacer digestiones continuas y sin descanso, dando su correspondiente tregua, al hígado,  páncreas,  riñones, estomago, etc. y que además será utilizado para eliminar sustancias tóxicas que progresivamente se van acumulando en el organismo. Aumentaremos además, la cantidad de Hormona del Crecimiento segregada y disminuyendo los niveles de glucosa e insulina en sangre, lo que permitirá movilizar la grasa desde sus depósitos para su oxidación en la mitocondria. Pero no sólo esto, también iremos bajando el colesterol LDL, trigliceridos y aumentando el HDL, a la par que se irá regulando la presión arterial. Y un sin fin de mejorías orgánicas que se irán produciendo.

  Recapitulando,  tenemos un nuevo tipo de alimentación ancestral en la que se han eliminado los cereales, legumbres, lácteos (con algunos matices), azúcares, y limitado el consumo de aceites vegetales , y donde nos quedamos con carnes, pescados, vegetales, frutos secos, frutas. Sabemos cuanto comer: ad-libitum, y cuando: en una ventana de 4 o 5 horas. Ahora nos queda otro de los pilares para que todo esto funcione: EL ENTRENAMIENTO.
 
   Iniciado nuestro AYUNO, y posterior ENTRENO, nuestras células estarán sedientas de nutrientes de verdad y no de los sucedáneos actuales cargadas de hidratos, azúcares y grasas trans, que además complementamos con una serie de aditivos como: conservantes, colorantes, potenciadores del sabor, edulcorantes  etc, etc.

  El cuerpo se construye con los materiales que le facilitamos. Nosotros elegimos.





  

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