jueves, 25 de octubre de 2012

AYUNO Y CETOSIS


      Hay mucha gente reticente a realizar un ayuno intermitente de unas 20 horas, al considerar que con ello pueden perder masa muscular, a parte de pasar hambre. Es en realidad, la parte que más choca contra la mentalidad arraigada de las 5 comidas como patrón de la buena salud. Pero se trata de la parte más importante en un tipo de dieta ancestral o evolutiva. 

   Veamos que ocurre en el organismo cuando realizamos ayuno y seguimos una dieta con hidratos de carbono provenientes de vegetales y frutas principalmente. 




  El Ser Humano en su evolución no ha seguido un patrón regular de 5 comidas diarias, sino más bien lo contrario. La irregularidad ha debido de ser la tónica más habitual en la forma de alimentarse pues estaba condicionada a la caza. Si cazaba comía, y si no tenía suerte, podría pasar horas, muchas horas sin comer. Sólo cuando el hambre de verdad aparecía y no había fuentes de origen animal buscaba otras fuentes, como frutos, semillas, raíces, insectos.  (por cierto el alimento preferido por las bacterias especializadas en obtener energía de las partes no asimilables de los vegetales). Así pues, vemos que si tenemos que decantarnos por comer una vez al día o comer 5 o 6 veces, parece más coherente hacerlo una vez o quizás dos en un periodo de pocas horas. Si este fue el patrón utilizado en el Paleolítico y teniendo en cuenta que nuestro diseño sigue siendo el mismo que entonces, alimentarse de forma continua, como promulga la doctrina oficial parece alejarse de la realidad del ser humano.




   El estado fisiológico del ayuno supone que el organismo tiene que mantener su homeostasis energético con sus fuentes de reservas. Pero esto al principio puede ser complicado, nuestro organismo acostumbrado a quemar carbohidratos seguirá teniendo esa misma tendencia, por lo que primeramente consumirá su glucógeno muscular y hepático y a medida que éste empieza a depleciarse el cuerpo se afanará en obtener más glucosa de donde pueda, para ello el hígado recurrirá a las  proteínas musculares y los trigliceridos (solo el glicerol puede ser convertido en glucosa), en un proceso de gluconeogénesis. Pero ésto no parece lo más deseable; degradar la musculatura para obtener energía parece ir en contra de nuestra propia supervivencia  (me refiero en el Paleolítico) y por tanto esto no ocurre en realidad, al menos en un tiempo prudencial. Hay otra fuente energética que viene a nuestro rescate son los CUERPOS CETÓNICOS (CC)


  Cuando el organismo ha consumido parte del glucógeno muscular y hepático, y ante la ausencia de carbohidratos necesita finalmente obtener energía de los ácidos grasos. De su metabolismo incompleto, al exceder su demanda de la capacidad de oxidación en el ciclo de Krebs, el hígado y en menor medida los riñones generan los  CC. Estos son el ácido acetoacetato, ácido beta-hidroxibutirato y acetona. 


   La gran mayoría de los tejidos el organismo están adaptado para su utilización, de hecho el cerebro puede cubrir sus necesidades energética hasta casi un 65% con los CC, siendo en cambio un sustrato preferente para el corazón. Sólo el tejido nervioso y las células sanguíneas (eritrocitos) dependen exclusivamente del la glucosa. ¿Qué significa ésto?, pues que estas necesidades pueden ser cubiertas con nuestro alimentación consiguiendo el ahorro de nuestra masa muscular que no será necesaria degradar con el fin de obtener  glucosa.


  En el primer punto hablaba del motivo por el que la gente prefiere no recurrir al ayuno, y me refería a la perdida de masa muscular y el hambre. Pero ésto en realidad no ocurre en periodos tan breve de tiempo; ni se pierde músculo ni se pasa hambre, los CC suponen un ahorro muscular y a la vez inhibe la sensación de hambre.



   Pero lo que si vamos a lograr es una perdida de grasa, sobretodo si en los períodos de ayuno, lo complementamos con ejercicios de intensidad elevada. Al bajar lo niveles de azúcar en sangre, conseguimos lo mismo con los niveles de insulina, principal hormona inhibidora en la lipolisis (degradación de los ácidos grasos para obtener energía) a la par que aumentamos las catecolaminas, ( principalmente la noradrenalina, también adrenalina) y el glucagón, con lo que conseguimos acelerar la perdida de grasa. También aumentamos la Hormona del Crecimiento, con conocidos efectos lipolíticos y anabólicos, además de tener beneficios antienvejecimiento, a lo que habría que añadir, que durante éste periodo de tiempo el cuerpo aprovecha para eliminar toxinas y depurarse, siendo el hígado el más beneficiado con éste sistema.


  Según numerosos estudios realizados, parece ser que con el ayuno se consigue reducir el riesgo cardiovascular, de diabetes, y reducir colesterol y trigliceridos.

  Si el ayuno fuese tan malo como preconizan algunos, el Ser Humano, en un entorno tan complicado y hostil
como tuvo que ser el Paleolítico, ya se habría extinguido. Pero no...., no lo hizo










No hay comentarios:

Publicar un comentario